Wednesday, November 26, 2014

Avenida Escazú, caballo de estereofón

Se necesita más gente que escriba así, y se necesita que Avenida Escazú sea caso de estudio en las escuelas de arquitectura, como lo es año tras año Barrio Amón.  Como si en toda la GAM no se pudieran encontrar y rejuntar 6 o 8 cuadras similarmente "cute". 

Lo que resulta devastador es que la gente que ideó, la gente que hizo realidad, y la gente a la cual está destinada y que frecuenta el gran simulacro que es Avenida Escazú, es precisamente la gente que ha tenido la oportunidad de salir, ocupar, visitar y vivir entornos urbanos "de adeveras". En su descargo, tal vez la intención está bien lograda: crear la ilusión de que "así" es la vida urbana en "otro" lado, en un lado mejor. Entonces imaginarse que la esencia absoluta de  Nueva York está destilada en el Greenwich Village sanforizado y plástico de Sex in the City, con todo y tiendas Marc Jacobs y cupcakes de Magnolia Bakery, o que la idea central de París se resume en el Faubourg Saint Honoré y la tranquilidad que da saber que todos los senegaleses pobres y negros están allá lejos en las "banlieues". 


Pero hasta en eso el plan falla, porque lo único que no se puede fabricar es la historia, el paso del tiempo, los cientos o miles de años que esos otros sitios han visto y en donde se han gestado cambios que han impactado al mundo entero... pero de todo eso lo único que se toma es la imagen presente, perfecta como un anuncio de Prada. En un país donde la crème de la crème se reúne, señoras de peinado alto, señores de saco y fotógrafos de prensa, todos divinos y todos gente conocida para inaugurar un local de Applebee's... no es para nada de extrañar que el sector "chic" converja para verse y ser visto en un lugar que se imagina a sí mismo como Grace Kelly, pero que en realidad es la Nicole Kidman de frente y labios hinchados de botox.

Friday, May 30, 2014

Oh the irony

Dos links que encontré hace poco, y que ayudan a entender una tendencia generacional para la cual o llegué demasiado tarde, o llegué poco y mal preparado, o ambos.

Conocí al arquetipo del "hipster" en una de sus cunas universales y en uno de sus mejores momentos. En 2002, Williamsburg no era ni siquiera un barrio, era un "sector" de Brooklyn, soñoliento y postindustrial, habitado principalmente por polacos, con carnicerías y tiendas con rótulos en polaco. Había al sureste un sector de Nuyoricans de dominó en la acera, carros con neón, banderas en la ventana y Fania a todo volumen, y un contingente grande y compacto de judíos hasidic al sur.  Desde el principio me fascinaron por un lado la zona y por otro el movimiento invasor que ya tenía unos 4 o 5 años de haber avanzado en el terreno.  Yo estaba ahí en primera fila, y por los siguientes años iba a ser testigo de un proceso que sucede en todas partes pero normalmente toma generaciones, algo parecido a un combate lento y sin sangre, en el que lo que se derrama son lágrimas y dinero.  Pero en ese momento no lo sabía, y sólo era un espectador alucinado.

Primero, el teatro de la guerra.  La zona era cautivante porque era una mezcla rara de casas sencillas y edificios tipo fábrica semiabandonados, algunos grandísimos e imponentes.  Un paraíso para cualquiera con un fetiche por la ruina y la estética de la derelicción, pero a la vez con una atmósfera de potencial inexplotado, de posibilidad.  Algo que no se podía ver pero se sentía, en el herrumbre, en los charcos aceitosos, en paredes con ladrillos rotos y vidrios sucios y quebrados, en grafitos hechos a la carrera y con trazo Schielesco, en los restos de automóviles incendiados que aparecían humeando una mañana cualquiera ahí parqueados en la calle.  Contrastando con el ambiente "bleak", gris y desolado, en el ambiente había una especie de vibración general.

Luego, el contingente invasor me causaba fascinación porque nunca había visto algo así, una especie de tribu urbana que parecía moverse y existir no sólo a pesar de, sino al margen de los espantosos trinquetes financieros y movimientos de capital que ocurrían a escasos 5 kilómetros de allí en Wall Street, al margen de la idea del nivel de ingreso como el determinante de todo.  Esta gente, sin importar de dónde vinieran -casi todos eran gringos, candienses or noreuropeos, y prácticamente todos eran blancos, una que otra asiática aquí y allá-, muchos de ellos parecían conocerse y casi todos compartían un código de conducta.  Llevaban una existencia en apariencia auto-satisfecha, con algo que parecía ser una aspiración principal que todavía no termino de entender, pero creo que lo que buscaban era algo así como inventar una clase social nueva.   Sintetizar y rescatar elementos y valores de otras épocas y otras clases.  Una especie de vuelta al pasado, pero a un pasado que ninguno de ellos vio o conoció de primera, segunda ni tercera mano.  Un pasado rudo pero civilizado, sucio pero educado, reducido a la esencia pero con iphones, estudiadamente herrumbrado.  Ninguno fue nunca leñador, costurera, mecánico, chofer de furgón, artesana o herrero, pero todos querían tal vez serlo y todos, todos querían parecerlo.  Era ver a la generación que creció en una suburbia anónima y lejana, pegada a la teta del Nintendo, tratando de imaginarse a sí misma pobre y creativa, en un proceso de búsqueda urgente, persiguiendo algo como decir la autenticidad.  Lo irónico era que los modelos de autenticidad eran en sí mismos ilusiones y simulacros, algo así como decir el  Marlboro Man de Richard Prince.  A partir de esa búsqueda salieron elaborados dress codes y bicicletas de una marcha, Volvos hechos pedazos, sustancias controladas, cánones estéticos y prácticas de emparejamiento fugaces y convenientes, discos de vinil, bandas de rock oscuras (siempre obligatoria la frase "you've probably never heard of them"), piezas de taxidermia, tatuajes, ennui, la "ironía" y el arte como forma de vida.  El estúpido pero fascinante Cobrasnake y la divina Leigh Lezark, Princess Coldstare.

Pareciera que la ironía, esa destreza fuera del alcance de Cartago, del Opus Dei, de Al Qaeda y del GOP, también puede llegar a ser excesiva.  Está bueno el culantro pero no tanto, y a fin de cuentas la lógica implacable del dinero puso a casi toda esta gente a morder el polvo cuando a finales del 2008 se derrumbaron los mercados y mandaron a este grupo -esencial pero no necesariamente productivo- de vuelta a vivir con sus papás en Ohio, Michigan o de donde fuera que vinieran. En el barrio quedan pocos vestigios, los que supieron ver el signo de los tiempos y darse cuenta de que había que ponerse las pilas. Diner fue y sigue siendo una joya, Union Pool, Two Jakes y algunos más resisten la ola que se siente imparable y que poco a poco ha convertido una zona geográfica, varios colectivos humanos y un juego interesantísimo en algo parecido a una caricatura, un parque de diversiones.  El enlatamiento y pasteurización de la idea del "urban coolness" para consumo masivo de la gente que no tiene ni idea -ni le interesa tenerla- de la historia que hay detrás, del contexto, del combate que se llevó a cabo no hace mucho tiempo.  De todo eso, al igual que una mañana cualquiera de febrero hace diez años, lo que queda es el humo y la carrocería calcinada de un enorme Chevrolet.
Este, de Salon

y este otro del NYT

Saturday, February 1, 2014

El lector

Estudié bastante mis movimientos esa tarde, porque tenía muchos mandados que hacer y no quería quedarme pegado a última hora en el tráfico de San José.  Además había llovido bastante por esos días, así que valía la pena ir un poco a la segura.

La penúltima parada que tocaba hacer esa tarde era una lectura de poemas en el Centro Cultural español alrededor del Farolito.  Barrio Escalante ya de por sí es un campo minado de recuerdos y fantasmas, así que la verdad no estaba pensando realmente en lo que iba a suceder; las expectativas eran relativamente neutras.  Mi mente estaba en el pasado, en diez, quince, o más años atrás cuando el autor de los poemas, y yo, vivimos eventos normales y observamos imágenes comunes y corrientes, tal vez hasta parecidas.  El tiempo y el campo de juego eran más o menos los mismos, la diferencia es que él documentó esos hechos por escrito.  Y hay algo de endiablado si uno abre un libro y en vez de leer uno ve imágenes, formuladas con el lenguaje que uno mismo usa para pensar, y más aún si uno puede verse presente en esa historia, en esas imágenes, y sobre todo reconocer y reconocerse en el lugar físico de los hechos.  Situaciones imperfectas, feas, tristes, costrosas y con herrumbre.  Aguaceros bíblicos llenando a tope los caños de San Pedro, mientras la gente corre a agarrar el "bus de la U" al final de la tarde con vidrios empañados y grasosos.  Fracasos personales y algunas alegrías que, como casi siempre, son muy cortas.

La lectura era a las 7, y como a las 5.30 yo pasé frente a lo que fuera El Romeral, al volante del microbús VW anaranjado en el que había aprendido a manejar a menos de dos cuadras de ahí, alrededor del parque Francia, muchos años antes.   Ahí estaba el portoncito blanco de rombos que abrí tantas veces, y la línea del tren, cerca de donde nos bajábamos de la bici para poner piedritas y monedas sobre los rieles, cuando había tren y las tardes de enero eran eternas.  La pulpe donde comprábamos bombetas de a colón, y los garajes donde les encendíamos la mecha segundos después de tocar el timbre.  Parece que ahora hay tren otra vez, pero las locomotoras azules pesadísimas ya no están.

"Calle 31 avenida 13" era la dirección de la oficina de arquitectura que se arriesgó a darme mi primer trabajo y donde me quedé por 4 años, récord que se mantiene invicto.  Como nadie llegaba con esas señas, había que agregar "esquina suroeste del Farolito".  Ahora, en lugar del tugurio donde se dibujaron los planos de la Plaza de la Cultura, hay algo que parece un condominio que aspira a parecer Antigua Guatemala.  Obvio.

Frente al Centro Cultural de España, apagué el motor boxer enfriado por aire y durante un minuto oí los ruiditos del metal todavía caliente, pensando que faltaba bastante rato, y estaría bien un café o algo.  La idea del café me llevó unos pasos hacia el norte, pero en la calle principal se impuso que una birra en el Buenos Aires caería de perlas.  Además, pensé, ahí fijo va a estar Chaves.

Hasta mucho después pensé que seguro fue un momento incómodo para él cuando, no más entrar por la puerta este del bar y verlo ahí solo, me le acerqué y le dije "Chaves", como si estuviéramos en el pretil o esperando entrar a un examen de química de los que caían sábado, muchos años antes.  El mae se sobresaltó un poco pero no tanto, a fin de cuentas estábamos en el Buenos Aires. Intercambiamos saludos, y sí, nos habíamos conocido alguna vez, pero él no se acordaba ni tenía por qué.  Sí, nos habíamos mandado un par de emails y una foto que le tomé a una cartelera en Asbury Park anunciando a Dylan. Sí, había algunos hilos comunes, pero no eran suficientes para establecer algo, para llegar al otro lado.  Por lo menos no todavía.  La predisposición a la sospecha y al estudio mutuo -tan de cole privado, tan de Valle Central- fue la que dirigió el comienzo de la conversación, tanteando sitios seguros.  La Tortuguita de antaño, cómo es posible que Nueva Década venda libros con "Opus Dei" en el título, la historia de su casa en Zapote, cómo fui a dar a Nueva York, los libros de Dicent, y Dicent mismo, las micro-editoriales que están saliendo.  Saqué de la bolsa una edición en inglés de "Antwerp" de Bolaño que le compré en Strand, con el precio todavía pegado a manera de sello de denominación de origen (no era para restregarte "mirá lo que invierto en vos").  No sé si le habrá gustado: yo lo compré porque me gusta Bolaño, porque era cortito y porque la edición y el diseño gráfico de la portada se veían buenos.  Y porque como el libro era en inglés y Chaves traduce, tal vez le hacía gracia.  Me lo leí en el avión, es un libro extraño como el soundtrack del Million Dollar Hotel, o como ese encuentro que tuvimos.

Terminadas las Pilsen (te las debo), emprendimos el regreso por la diagonal que pasa frente a la mole sombría de la embajada rusa, donde en otra época siempre se podía ver uno o dos carros alemanes grandes, oscuros y de aspecto ominoso.  Ahora, un Hyundai.

En la puerta del Centro Cultural se empezaba a armar un revuelo, y yo francamente estaba robando cámara: todos querían con Chaves.  Él generosamente me presentó diciendo "éste es A______, un amigo", luego conocí a Mariajo, a las chiquitas y a su familia, y vi de nuevo varias personas de su pasado (y algunas del mío también).  Sin querer estaba de colado en el pequeño escenario que se había formado en la acera, y me imaginé que Mariajo me hacía cara de "ya déjenos en paz, stalker".  Tal vez no fuera el caso, pero yo me vi como el virus invasor de la familia molecular ajena, una especie de anticuerpo hasta nuevo aviso.

Juan Murillo llegó con Eugenia, y Ruth poquito después.  Las enzimas que facilitaron la reacción.  (Después de 20 años o más de no vernos, Juan me dio una copia de su último relato La isla de los muertos, con una dedicatoria bien pensada.  Tipazo).   La sala estaba llena de gente que parecía compartir afinidades, podrían haber sido amiguillos de jugar bola en el barrio y tal vez lo seguían siendo, excepto un carajo que era una mezcla entre Camilo Rodríguez y Otto Guevara.  Yo sé quién es y cómo se llama el personaje, porque me lo han presentado como seis veces al comemierda ese.

La máquina de hacer niebla echó a andar, y nos perdimos en esa atmósfera difusa de un lugar que pudo ser pero no, pero casi.  Esa zona limítrofe entre la línea de alambre de púas y el zacate más verde que hay del otro lado.  Momentos lindísimos como ver a Ariana -qué tendría, seis, siete años?- leer uno de los poemas de su papá.  Luego, un manual de manejo de expectativas vitales resumido en "flash forward".  El teletransporte / inmersión en un mundo interior de la mano de "la nieve, la electricidad", que es lo que veo al asomarme a la ventana hoy, acá en Brooklyn, de noche.

Al final entre saludos se habló de reunirse en un bar en Los Yoses, pero para nosotros la última parada de la noche era otra, una tan importante que ya ni me acuerdo qué hicimos.  Queda el what if y los versos que ya eran parte de la neblina de Escalante. El 8 de agosto del 2012, ese fue el día que conocí al único lector de mi blog.  Salud, Luis.








Sunday, November 25, 2012

Firth of

Primero lo vi en un libro de esos para carajillos inquietos, de la Editorial Molino-Barcelona.  Creo que esa fue la primera vez que vi escrita la palabra "voladizo".
Muchos años después, se me apareció varias veces en textos de historia de la ingeniería, y aunque suene irónico para ese entonces ya estaba estudiando arquitectura.  Sea como sea, siempre he querido un día recorrer a pie el puente sobre el Firth of Forth en Escocia.  Ojalá parcialmente nublado y con suficiente single malt a mano, como protección climática.  En mi cabeza, infaltable, sonaría Firth of Fifth de Genesis -la versión de Seconds Out, of course-.  Eso.

Tuesday, March 15, 2011

Haldenstein jedi master


A ver.

No sólo es el hecho de que no haya website, o que viva en un pueblito remoto escondido en un rincón de los Graubünden, en lugar de trabajar en Basel o Zürich, o ya que estamos, en Londres, Rotterdam o Nueva York.

Tampoco es la ironía de que sin formación académica en arquitectura le hayan otorgado el Pritzker, o que se le conocieran poquitas obras construidas y que todas fueran pequeñas. Si acaso, la fama le ha ayudado a pulir el talento para rechazar clientes, el lujo último.

Yo escojo cuáles trabajos hago. Yo establezco el ritmo, y decido cómo se hacen. Oigo todo el jazz que quiero acá en el sudeste de Suiza. Si el mundo me quiere admirar, peor para ellos.

Lo más inverosímil es que de cada proyecto resulta una singularidad, cosas que no parecen posibles. Agujeros negros donde la belleza y la perfección son absorbidas y compactadas hasta densidades inimaginables. Quiero que alguien me explique cómo hago para vivir -a mi manera- una vida como la de Peter Zumthor.

Tuesday, March 8, 2011

The space of public appearance

Después de desviarme del camino para ir al deli asqueroso en Mott entre Prince y Spring, el hindú me dice que ya no venden lotería. Desanimado, salgo y doblo la esquina y como siempre pasa, no se puede dejar de entrar a McNally a lo usual. Ver libros, leer artículos de revistas al random, consumir imágenes, apuntar ISBNs para agregarlos al wishlist de Amazon para cuando se consigan usados a $2.73+S/H, o para cuando aparezcan medio jeteados en Strand.

Como siempre, me quedé sabrá Judas cuánto rato, pero esta vez invertí la plata de la lotería en un latte que le quedó medio rechinado al negro hipster del mostrador. Se suponía que este iba a ser un mandado corto, pero pasó lo que siempre pasa cuando se me atraviesa una librería. Hora de irse: abro la primera puerta en dirección hacia afuera y la visión periférica percibe los Onions y los Village Voices medio desordenados, en el espacio pequeñito que hay entre la primera puerta y la segunda, esa cámara de descompresión para chequear que el traje espacial no tenga fugas antes de lanzarse uno al invierno.

Un flash me obliga a volver a ver, ese mecanismo del double take que detecta faltas de ortografía o pómulos natalieportman. "Kenneth Frampton" (???). Ja, seguro me lo imaginé. Pues no, escrito en letras de molde en una portada de periodiquillo gratis, estaba el Ken.


Por dicha andaba una bolsa para echar el periódico porque el necio wintry mix no paraba de caer. Salí, di vuelta en la esquina, al verlos en la ventana pensé por un momento en lo angustiante que sería andar en la calle hoy con zapatos de los que vende Etiqueta Negra, pero que tampoco me molestaría tener esa clase de problemas. En todo caso ya no había riesgo de pegar 88 millones, así que no valía la pena preocuparse. Bajé las gradas y tomé el anaranjado en Broadway-Lafayette.


Tuesday, January 11, 2011

Mirá vos, 11.1.11...

Hora de anunciar el tercer post en el blogcillo.   Hora de agradecer a Luis Chaves -persona a quien admiro sólo por lo que escribe, habráse visto- por escribir 2 comentarios a mi primer post... de los cuales no me dí cuenta sino hasta bastantes meses después.  Grande Chaves.

Para tratar de quedar a la altura, espero que una amiga haya podido conseguir "300 páginas" y me lo haya traído como se lo pedí.  No sería un mal comienzo de año, después de un 2010 que -salvo una cara simétrica, piel tapa-de-dulce, ojos perro-corriendo, corazón de oro y temperamento de plutonio enriquecido, que duerme bajo el edredón as we speak- trajo poco más que pensamientos autodestructivos.  Un documento color ecológico por ahí también se salva, pero en general si al 2010 se le ocurre regresar, lo devolvemos a patadas.

Afuera se oye a cada tanto el ruido de las palas raspando el pavimento.  El alcalde Bloomberg jura que la nieve le juega sucio sólo una vez.  La nieve.  Jajajaja, echáte otro, Mike.

Sunday, October 17, 2010

segunda mitad del 2010

Estas son las horas en que me voy enterando que coseché de viaje 2 comentarios en el primer post. Lujo doble por los comentarios, y por el comentarista (salú Chaves!).

Estoy seguro que fue suerte de principiante. Mientras tanto, han pasado cosas.

- Hay una presidenta y no un presidente. Honesta para declarar cuáles temas no son prioridad, y firme en su silencio acerca de cuáles sí lo son. Ha logrado la proeza de estar 4 meses en su puesto sin hacer ni decir absolutamente nada. No sé si la estrategia será hacer creer que alguien que no hace nada, no puede hacer nada malo... pero como dicen por acá, "fat chance". Lo que se veía venir no daba confianza, pero creo que no se esperaba el abelato redux.  A ver, a darle tiempo... pero qué hacemos por mientras con las ñáñaras?

- Si la presidenta se ha distinguido por su inacción, la Asamblea Legislativa es lo contrario: Ha actuado, y cada una de sus acciones ha resultado ser un FAIL épico.  Todos estamos con miedo de que actúe de nuevo.

- La "casa de sustos" ya no se ubica en el Zapote de Parmenio (porque en Zapote ya no pasa nada).

- Vino y se fue el Mundial, y con todo y que estuve en Costa Rica buena parte del tiempo, los mandados me impidieron verlo frías en mano. Si acaso vi 3 partidos completos, por dicha uno de ellos fue la semifinal Uruguay-Holanda (2-3). Lección magistral de cómo se llega a jugar a un campeonato, cómo se juega contra un adversario que todo el mundo cree que es superior, y cómo es posible perder un partido y ganarse el respeto del mundo a la vez. Por dicha tuve chance de leer aquí y sentirme como en cabina con Pilo y Hernán.     Aunque fue poquito, tuve chance de comprobar otra vez y como siempre, que Pilo Obando es el mejor locutor que existe.  Él hace que un partido en la tele se convierta en una experiencia inmersiva.

- Igual que Calamaro, soy de los del mundial 78.  No sé cómo pero me acuerdo del inefable 3-1 de Mario Alberto Kempes contra Holanda, en un Hitachi blanco y negro de a lo sumo 13 pulgadas.  Naranjito nos visitó ya a colores, una de las últimas cosas que hice junto con mi papá.  Unos vecinillos alemanes fueron culpables de que me hiciera fan de Rummenigge.  En el 86, era un cagado de 15 que ya detestaba a los periodistas mexicanos.  Maradona me empezó a caer mal, y nunca pude recuperarme.

- Esperado o no, el desempleo siempre resulta ser una visita incómoda.  Mantener un asomo de dignidad y luchar contra la autodestrucción mental pasa a ser el nuevo full-time job.  Uno trataría de perseguir proyectos personales, o tomarlo como una vacación, o hacer cosas diferentes, pero la paradoja está en que ahora que uno tiene tiempo, no tiene plata, y encima oye un ruido constante en el background, como de válvula que se dejó abierta por descuido y hace que algo (tiempo, plata, vida...?) se desperdicie.









Tuesday, September 14, 2010

"These things happen"

from the finest news source: CIA accidentally overthrows Costa Rican government.

Clasicazo.